Nos vimos por primera vez en Limoges, y hubo un verdadero flechazo. Ellos venían desde Paris, y nosotros regresábamos de Barcelona, de modo que ambos estábamos agotados tras un largo viaje, pero fue una tarde simplemente genial. Ambos son muy naturales, y rápidamente nos sintimos cómodos con ellos, como un grupito de viejos amigos que hace tiempo que no se ven. Nos contaron más sobre su boda: el estilo, lo que tenían pensado, algunos detallitos más sobre su familia y amigos... Y acerca de sus vidas. Fácilmente conectamos con ellos, ya que ambos son también almas viajeras en parte gracias a su trabajo. ¡Fue genial!

Mélanie nos dejó solos unos segundos y Julien, nervioso, nos confesó un secreto: es músico. Percusionista en un grupo, pero también le gustan muchos otros instrumentos para los que sin duda tiene un gran talento, entre otros el piano. Y nos contó que, como sorpresa para su futura esposa, estaba preparando una canción muy especial en piano para cuando ella hiciera su entrada hacia el altar. ¿Se puede ser más romántico? Ya os podéis imaginar nuestra cara... ¡Qué ganas de que llegara ya el gran día!